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Cambiaso: una película de 30 años tal como la proyectó en su cabeza

En 1991, Ernesto Trotz llevó a un chico de 15 años de vacaciones del secundario a jugar profesionalmente a Estados Unidos. Hoy, él mismo revive la misma historia con su hijo Poroto.

Por Claudio Cerviño

Con el paso del tiempo, Adolfo Cambiaso hizo perder la capacidad de asombro. Desde construir su propia organización, toma de decisiones (alguna provocó hasta dolor familiar), desafiar las costumbres y apostar a la clonación. Contar sus sueños: tener un palenque en Palermo lleno de Cuarteteras, su yegua emblemática, y jugar el Abierto con su hijo antes de retirarse. Casi que no le quedan cuotas pendientes, porque en rigor, la última, la cumplirá probablemente en 2022. Pero todo lo que pasó en su vida desde que se subió al primer caballo en La Martina y dejó a un lado la raqueta casi que es una película. Quizá lo sea algún día. ¡Y lo bueno es que ya vimos el trailer!

Es difícil proyectar en el tiempo. Muchos talentos deportivos se han perdido en el camino por diferentes circunstancias. No fue el caso de Adolfito. Que mucho le debe a su padre, más amante del surf que del polo, pero con el mejor ojo reclutador del que se tenga noticia. Adolfo supo que tenía un hijo predestinado pasados los 12, 13 años. La historia es maravillosa. Volvió loco a Ernesto Trotz en aquel 1990 que marcaría la despedida de La Espadaña, pero el back pensaba con lógica: “Exagera. Es el padre. ¿Qué me va a decir?”, se justificaba ante los reiterados “Vení a verlo por favor, el chico es distinto a todos”. Hasta que el día mágico llegó. Fue en Pilar. Se chocaron de frente. “Dos chukkers Ernesto, dos chukkers te pido. Juega en aquella cancha”. Trotz, que había ido al predio de la AAP a ver una yegua, accedió al fin, más que nada para sacarse el pedido de encima. “¡Vi los seis chukkers! Era ridículo lo que jugaba ese chico. Como si te dijera que estás mirando a Maradona a los 15 años jugando en la séptima división de Argentinos cuando ya tenía talento para brillar en Primera”.

Trotz enloqueció aquel día. “Este pibe tiene que jugar conmigo en Estados Unidos”, se dijo en el auto de regreso a la casa. Y convenció a su patrón (George Lindeman) para jugar en Palm Beach con Adolfito, que tenía 15 años y 4 de handicap. La primera práctica hizo magia. Ya al segundo entrenamiento cientos de personas fueron a ver al nuevo monstruito. “Haceme caso, errale a dos de cada tres bochas. Ni se te ocurra jugar como el otro día”, le pidió Trotz. Igual, lo subieron a 6 goles y el equipo, Cellular One, tenía que dar dos goles de ventaja en cada partido. “Salimos campeones igual. Los dibujaba a todos”, recuerda Ernesto. Que de alguna manera provocó el lanzamiento del crack hacia un espiral exitoso imparable. Al año siguiente ya debutaría en Palermo, con Ellerstina, marcando… ¡16 goles en el debut!

Pasaron 30 años. En muchos deportes (fútbol, tenis, básquetbol, voleibol, boxeo, hockey) equivaldría a estar ya retirado. No en polo, donde el mayor desgaste lo hace el caballo, aunque los huesos y los músculos ya no sean los mismos. Pero, ¿quién le va a sacar a Cambiaso las ganas de continuar cuando observa día a día la evolución de Poroto, hoy con esos mismos 15 años con los que él ganó aquella Gold Cup con Trotz? Sin ir más lejos, aunque no llegue a igualarlo, Alberto Pedro Heguy se despidió del Argentino Abierto a los 51. Hay, entonces, alguna referencia para seguir combatiendo las utopías.

Es un año muy especial para Cambiaso. Porque tendrá nuevo equipo en la Argentina después de una década dorada, con una de las mejores formaciones de todos los tiempos. Su irrupción con Poroto en la Catedral se demora una temporada más, algo que asentará la maduración del centennial. Y quizá también permira acercar posiciones para poder concretar otro anhelo: despedirse jugando con Poroto y con sus sobrinos, Jeta y Barto Castagnola.

Pero, ¿y en el mientras tanto? Ganó con su hijo el British Open 2020. Jugó también con él la final de Tortugas meses después. Y en medio del impacto que fue la confirmación de la partida de Pablo Mac Donough y Juan Martín Nero a RS Murus Sanctus, miró hacia Estados Unidos. Acompañó primero a su padre por un imprevisto problema de salud, y luego se lanzó a lo suyo. Título en la Gold Cup (¡por 15a vez!) y ahora el US Open, por novena oportunidad. Siempre con “Poro”, como lo llama al heredero. ¿Es normal todo esto que le pasa?

“Los Pieres son el futuro, pero mientras esté Cambiaso se las va a hacer muy difícil”, decía Milo Fernández Araujo allá por 2006. “La Dolfina, con Adolfito, siempre es un equipo que es candidato, sea como sea”, razonó por estos meses Mac Donough. Frases que se rubrican con hechos.

“Nunca me lo imaginé. Ya con jugar con Poroto me daba por hecho. Poder ganar es un sueño hecho realidad”, dice el archicampeón tras conquistar su 9° US Open. ¿Le creemos? Quizá desde el espíritu de la frase, haya cierta correspondencia con la realidad. Conociendo cómo piensa cada día el Cambiaso competidor, seguramente lo proyectó así. Todo. 

Fotos: Helen Cruden y Archivo PM

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