Como líder de la obra de remodelación arquitectónica del Campo Argentino de Polo encarada hace una década, Alejandro Moy supo transmitir su pasión por los caballos y este deporte. El valioso aporte de un artista sensible y profundo.
Sus obras transmiten la fuerza y la impronta del polo. La esencia y el espíritu de este deporte están impregnados en sus diseños. Ese sello lo distingue, indudablemente porque antes de desarrollar su veta artística, Alejandro Moy supo jugar al polo y, además, porque desde chico siempre le gustó dibujar y pintar caballos. Su atelier irradia colores y la charla con este arquitecto y reconocido artísta se focaliza en lo que fue el proyecto de remodelaación del Campo Argentino de Polo: “Todo comenzó en 2007. Yo siempre fui al predio de Palermo, cómo era y miraba enfrente al Hipódromo y admiraba ese edificio fantástico, neoclásico, y después contemplaba Palermo como era en ese entonces, y pensaba: ‘Tenemos el mejor polo del mundo en la Argentina, y el lugar podría ser mejor’. Era una callecita de 2.50 metros de adoquines, llena de carpitas alrededor; daba para más Palermo. Entonces hice unos dibujos, unos planos, y los presenté en la Asociación Argentina de Polo (AAP); dos meses después me llamaron, empecé a desarrollar el proyecto definitivo y se pudo llevar a cabo”, rememora Moy con precisión.
Los detalles de la reforma arquitectónica son perfectamente explicados por su creador: “El in-goal de la cancha 2 tenía 39 metros, y el reglamento dice que tiene que ser 30 metros. Entonces, disponíamos de 9 metros para dedicárselo al público; incluso, la idea era jerarquizar y preservar el roble olímpico, que estaba un poco descuidado. Ese retoño tiene un valor histórico y había que respetarlo; para lograrlo, lo rodeamos con una loza flotante. Todo el piso que hay alrededor del roble está en el aire, a 40cm de la tierra, soportado con pilotines, todo alrededor, y entre la loza y la tierra hay 40cm para que circule el aire y las raíces puedan moverse libremente. Fue un trabajo muy interesante.
“Después avanzamos hacia atrás –se extiende Moy-, el espacio de los jugadores, faltó tiempo y presupuesto para terminar porque la idea es continuar hacia atrás en todo ese espacio que hay en el fondo del predio. Ahí hay todo un proyecto también para los jugadores. En ese espacio había tres palmeras enormes, que las trasladamos hacia adelante, a la izquierda de la entrada principal de la Avenida del Libertador. La idea era darle otro valor a Palermo”, expresa.
-¿Y cómo surgió la idea de la rotonda y la escultura del caballo en la recepción?
-La obra la realizó un artista que trabaja con materiales de automóviles, partes mecánicas. Cuando nos preguntamos qué hacer ahí, me acercaron esa idea y me pareció muy buena. Así fue cómo se colocó esa escultura ahí. El caballo de polo es una máquina. Realmente, es una máquina infernal, extraordinaria. Hay muchas ideas y cosas por hacer. El tiempo dirá cómo sigue.
-Después de toda esa transformación, siguió el mural.
-Sí. El mural que está sobre la tribuna B, a 5-6 metros de altura, es un homenaje al polo argentino. Estuve trabajando 15 días sobre una grúa especialmente habilitada para eso. Ya se cumplieron diez años de su creación y este año la reviví porque estaba muy gris. Ahora tiene otra impronta, incluso tiene la imagen de una mujer, en sintonía con lo que está sucediendo con el crecimiento de este deporte.
El vínculo con el campo, los caballos fue algo que marcó la vida de Alejandro Moy. Y la pintura se unió mágicamente: “Lo mío es la pintura. Mi padre pintaba caballos de polo también, y yo desde siempre mamé el tema. Ibamos al campo, andábamos a caballo, taqueábamos también y para mí fue muy natural el crecimiento al lado del caballo, del polo y de la pintura. Después fui arquitecto, pero siempre con un pincel o un lápiz, dibujando caballos al mismo tiempo, y hace muchísimos años me dediqué con exclusividad a la pintura de caballos y de polo. Lo agradezco, me ha permitido muchas cosas, es apasionante el tema, no se termina nunca. A mi me gusta pintar, es mi vocación”, narra apasionado.
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