Hasta los 18 años, Carlos Barrenechea no conocía el rugby. Iba al colegio Lasalle, jugaba al fútbol e inclusive lo habían llamado a “probarse” en San Lorenzo.
Al iniciar sus estudios de medicina conoció a Carlos Contepomi, amigo del barrio de unos primos. Pomi jugaba en Buenos Aires Cricket & Rugby Club (Biei), donde había pocos jugadores, así que lo convenció de probar el rugby. Era rápido, escurridizo, vivo y hábil con el pie. Jugó un partido en la Intermedia y al sábado siguiente debutó en Primera.
Biei se caracterizaba por no tener divisiones juveniles, y en ese entonces pocos jugadores. Procedentes del club Obras se habían sumado varios veteranos, que junto con los que había en el club armaron un equipo sólido, algunos cracks como Raimundez, Azpiroz y los Hogg, entre otros, a tal punto que ganaron el campeonato de Primera en 1958 y 1959.
Después de esos dos años exitosos muchos abandonaron la práctica activa, pero Charles nunca dejó de jugar. Wing, fullback o apertura. Jugaba donde hiciera falta.
Carlos Barrenechea fue un gran jugador, exitoso pateador a los palos, que se destacó en todos los puestos. Cosechó amigos en todos lados y jugó hasta los treinta y largos. En más de una oportunidad llegó a integrar el seleccionado de Buenos Aires, donde se desempeñó como wing.
Siempre a disposición con sus conocimientos de medicina y exitoso cirujano. No hubo fin de semana que no cosiera a alguien. Cuando dejó de jugar, siempre estuvo en el costado de la cancha con su botiquín listo para asistir a quien lo necesitara.
Carlos nos dejó el 20 de octubre de 1993 a sus jóvenes 53 años.