Por Pablo Viola
En un deporte que ha consagrado a figuras jóvenes en épocas pasadas, niños prodigio que exhibieron sus atributos tenísticos en los courts más prestigiosos del mundo, el Abierto de Australia aparece como algo descontextualizado, como si el tiempo no hubiera transcurrido, en algunos casos generando una suerte de volver a vivir, de iniciar un nuevo camino.
Más allá de su falta de protagonismo en el último tiempo, tanto Nadal como Federer fueron, son y serán parte en el corto plazo -como mínimo- de más historias vinculadas con la gloria, como también se espera que Wawrinka y Dimitrov tengan su espacio. Los hombres promedian con ellos cuatro casi 31 años de edad, siendo el búlgaro el más joven con 25 años y fracción.
Entre las mujeres, es acostumbrado ver a las hermanas Williams, sobre todo a Serena quien perdió el número uno en 2016 pero no la costumbre de ser una parte dominante del circuito WTA. Las damas alcanzaron un promedio entre sus semifinalistas de casi 33 años, gracias a la irrupción de Coco Vandeweghe, con sus también 25 recién cumplidos.
Sin embargo, la gran historia de este primer Grand Slam de 2017 le pertenece a Mirjana Lucic, una croata que deslumbró con su juventud y potencia a fines del siglo pasado -ya han trascurrido casi dos décadas de aquello- y que se diluyó en un corto lapso, como tantos otros casos pero de manera muy diferente. De aquellos éxitos en junior con solo 14 años -en el US Open 1996 y el Australian Open 1997- al ostracismo.
¿Qué pasó en el medio de sus títulos WTA a temprana edad y la desaparición del circuito durante medio lustro? Abuso infantil paterno, pedido de protección a una mano amiga, asilo político, tratamiento psiquiátrico, juicio millonario aún en proceso y cuentas bancarias sin dinero para poder solventar los gastos de una tenista profesional. “Un día contaré una larga historia sobre lo que me pasó. Muchas veces, escucho que el motivo eran lesiones y cosas parecidas. Y no, esos no eran los problemas en absoluto”.
Algunas de esas acciones que dañaron su sólido pasado en el tenis las comentó a una publicación neoyorquina en 2006, cuando se encontraba en el medio de un largo calvario. De hecho no vio acción en esa temporada y apenas un puñado de torneos en cuatro años, de 2004 a 2007. “No hay nada peor que saber que puedes jugar y estás bien físicamente y te das cuenta que no tienes dinero para viajar y contratar a un entrenador”.
Las dificultades no solo fueron financieras y de orden judicial con sus exagentes de la empresa de representación IMG -con quienes mantiene un litigio de larga data-, también las transitó con su padre, quien llegó a golpearla a muy corta edad por sus resultados deportivos, sometiéndola a castigos que la obligaron a abandonar su hogar con su madre y hermanos.
La primera vez que Lucic fue sometida a golpes por parte de su padre Marinko -un exdecatleta yugoslavo que se encargaba de entrenarla por esos días, aunque el siempre negó esos cargos- fue a los cinco años, tras perder un torneo con una chica de 10. “Mi padre me golpeó en la nariz y sangré por toda la casa. No tenía ni idea de lo que estaba pasando, estaba totalmente en shock, después de eso fue siempre igual, todo el tiempo”.
A mediados de 1998, Lucic tuvo una acalorada discusión, Marinko amenazó a su madre y ambas salieron del departamento que compartían para pedir ayuda a una mano amiga, Goran Ivanisevic. El excampeón de Wimbledon nunca vio a Marinko Lucic golpear Mirjana, pero reconoce que observó acciones de abuso verbal fuertes. “Él nunca estaba feliz. Hubiera sido imposible para mí jugar si me hubieran tratado de ese modo. Eso fue lo que arruinó su vida”.
La propia Lucic admite: “Goran me salvó la vida”. Tras llegar a la final del doble mixto de Wimbledon, un contacto de la ya reconocida figura de Mirjana propició el escape de Andelka -su madre-, quien junto a sus hermanos estuvieron 19 días escondidos. Mirjana se ausentó de la Fed Cup y fue allí cuando obtuvo asilo político en los Estados Unidos, gestión facilitada por la oficina del ex senador Alphonse D’Amato.
En su nueva realidad, continuó la evolución de Lucic aunque por poco tiempo. En julio de 1999, la inconmensurable figura de Steffi Graf ganó por última vez un cotejo en el circuito profesional. Fueron las semifinales de aquel Wimbledon, previa a la final perdida ante Lindsay Davenport. Esa última victoria de la grandiosa alemana fue ante la juvenil figura de la croata, en su único acceso a una semifinal de Grand Slam, con menos edad que los años transcurridos para esta nueva versión en Australia 2017.
Poco menos de dos décadas después de ser la niña mimada de aquella edición del torneo londinense, Lucic tuvo su revancha en el Abierto de Australia 2017, dejando en el camino a Agnieszka Radwanska y Karolina Pliskova, las número 3 y 5 del ranking mundial, victorias que le posibilitaron acceder a un enfrentamiento directo con la estadounidense Serena Williams.
“Esto es lo que he estado soñando y por lo que he entrenado. Tengo 34 años y estoy felizmente casada, podría estar en mi casa disfrutando de mi familia, pero en el fondo de mi alma sabía que podía conseguir estos resultados. Estar aquí y vivir estos momentos es algo increíble. Nadie en este mundo pensó que yo podría volver a unas semifinales de Grand Slam”. Nadie, excepto la propia Mirjana Lucic, quien junto a sus sueños, buscará una nueva hazaña ante la mejor jugadora del siglo XXI.
SEMIFINALES DE UN GRAND SLAM, 17 AÑOS DESPUÉS
WIMBLEDON 1999 (21/06 al 04/07)
R1 Erika De Lone (USA) 3-6 7-6 7-5
R2 Mariana Díaz Oliva (ARG) 6-2 6-1
R3 Monica Seles (USA) 7-6 7-6
R4 Tamarine Tanasugarn (THA) 7-5 6-3
QF Nathalie Tauziat (FRA) 4-6 6-4 7-5
SF Steffi Graf (ALE) 7-6 4-6 3-6
AUSTRALIA 2017 (16/01 al 28/01)
R1 Qiang Wang (CHN) 4-6 6-3 6-4
R2 Agnieszka Radwanska (POL) 6-3 6-2
R3 Maria Sakkari (GRE) 3-6 6-2 6-3
R4 Jennifer Brady (USA) 6-4 6-2
QF Karolina Pliskova (RCH) 6-4 3-6 6-4
SF Serena Williams (USA)
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