Por Belén Sainz-Trápaga
Viajar y esquiar. Nada más y nada menos. Parece un sueño pero es posible. Augusto Burone Risso es argentino, tiene 37 años y hace más de una década trabaja como instructor de ski y snowboard en centros de distintas partes del mundo. Una profesión que lo ha llevado a países como Estados Unidos, Chile, Nueva Zelanda, Australia, Japón y África, donde también compitió en Freeride y en Ski Alpino. En esta nota cuenta su experiencia personal y cómo es el estilo de vida que muchos argentinos eligen, de invierno en invierno.
-¿Cómo fueron tus comienzos?
-Yo empecé a esquiar en el viaje de egresados, a los 17 años. Después, cuando empecé la universidad, hice un intercambio de Work and Travel, que es para ir a trabajar a Estados Unidos en el verano nuestro. Me fui a Colorado, a un centro de ski chiquito que se llama Solvista Basin. Hasta entonces había esquiado una semana nada más, y ahí te entrenan para dar clase a los chiquitos. Así empecé. Tenía 20 años. Esa temporada hice snowboard y ski, y mejoré mucho porque todas las semanas teníamos la posibilidad de participar de entrenamientos. Y a mí me gustaba, hice deportes toda la vida. Cuando terminé la temporada volví. Yo estaba estudiando Derecho, y si bien no me gustaba mucho, ese año seguí. Al verano siguiente volví a ir al mismo lugar. Hice cinco temporadas en total ahí.

Winter Whip 2014, en Afriski, Lesoto
-Y un día te convertiste en Instructor de ski…
-Fui mejorando hasta que me certifiqué como instructor de ski y de snowboard. Ya estando certificado, empecé a trabajar en Bariloche, en Cerro Catedral. No me resultó mucho porque estaba acostumbrado a trabajar en Colorado. Entonces busqué otros lugares del hemisferio sur y conseguí trabajo en un centro de ski importante de Nueva Zelanda, Cardrona. Cuando terminó esa etapa conseguí trabajo en California, con una visa que me daban ellos por la temporada. Y al año siguiente, también con una visa sponsor, volví a Nueva Zelanda y empecé a hacer doble temporada como instructor. Ahí, obviamente dejé la facultad. No quería seguir. Me gustaba esto, viajar y esquiar, estar en otros países. Así que empecé a hacer doble temporada y a dedicarme de lleno, todo el año.
-¿Qué otros países conociste gracias al ski?
-Me fueron surgiendo contactos, amigos que conocí y me invitaban. Por ejemplo, conocí a un sudafricano en Estados Unidos y me fui a hacer temporada a África, a un centro que se llama Afriski, en Lesoto. Después conseguí en Chile, trabajé en Portillo un par de temporadas. Hice una temporada en Japón, en Niseko, que era algo que quería porque siempre veía cómo nevaba en las películas. Y después también hice una temporada en Australia, en Mt Buller, como profesor de ski, y empecé a competir más seguido.
-¿Cómo es para un argentino trabajar en centros de ski del exterior?
-En Estados Unidos, donde yo empecé a trabajar, entré con la visa J1 y el requisito es que tenés que estar cursando en una Universidad. Te vas en nuestro verano a trabajar en un centro de ski de allá. Una vez que me certifiqué pude empezar a trabajar en Bariloche. Hay tres niveles y según el lugar cambia la exigencia. A Nueva Zelanda primero fui con la visa Work and Holiday, que es por un año. La segunda vez, ya con nivel 2 y cuatro temporadas de experiencia, ellos me ofrecieron una visa sponsor, con la que podía volver todos los inviernos. En Portillo, Chile, era un poco más estricto. Todos los instructores debían tener nivel 3. Ahí lo terminé de rendir y, ya con todas las certificaciones como profesor de ski, conseguí trabajo en Australia en 2019. Ahí ellos me dieron la visa. En África entré con visa de turista y después ellos se encargaron. Me daban hospedaje y comida, y vivía ahí en el centro de ski. Y en Japón el requisito no era tanto la certificación sino la experiencia. Como yo ya tenía la cantidad de temporadas necesaria lo conseguí y ahí fui en 2016, si no me equivoco.

Huck Cup 2017, Sierra at Tahoe, California
-¿En qué eventos competiste?
-Competí principalmente en Freeride y Ski Alpino. En Winter Whip 2014, que se hizo en Lesoto, África, terminé en segundo puesto. En Nueva Zelanda competí en por primera vez en Freeride, en el circuito del Freeride World Qualifier, que son competencias que te dan puntos para el Freeride World Tour. También en The North Face Freeski Open en 2015. En Estados Unidos competí por primera vez en Ski Alpino, en competencias chicas, de Nastar, que son carreras que se hacen en la mayoría de los centros estadounidenses. Ahí clasifiqué con medalla de oro para competir en el Nastar National Championship en 2018, que justo se hacía donde yo trabajaba, en Squaw Valley, California. Y ese año lo gané. Al año siguiente, 2019, se volvió a hacer, me volví a anotar y salí segundo, con medalla de plata. Así que metí dos podios ahí. En Portillo, Chile, hice como seis competencias en el invierno de 2018 y quedé número 6 de Sudamérica en el ranking de Freeride World Qualifier. Creo que en el puesto 83 en América. Y al año siguiente terminé noveno en Argentina, en el mismo ranking.
-¿Hay alguna figura que admires o que te haya inspirado?
-Squaw Valley, en California, es un lugar muy emblemático del Freeride. Ahí se filmaron muchas películas. Es como una cuna del Freeride. Y yo trabajé ocho temporadas en ese centro de ski. De ahí salieron varios esquiadores profesionales conocidos a nivel mundial, especialmente desde los años 70. Hubo uno muy icónico que se llamaba Shane Mcconkey, que revolucionó el ski Freeride. Él murió en 2009 y ahí tienen un monumento. Y nombraría a otro esquiador de ahí -que también murió-, CR Johnson, que revolucionó mucho el ski. Hace veinte años, aproximadamente, hacía freestyle, piruetas con el ski, algo que era cada vez más popular, y él era un crack en su momento. Así que diría esos dos, por su historia y por el lugar. También conocí gente que compite y está rankeada entre los mejores del circuito, como Laia Castellarnau, que trabajó conmigo en Nueva Zelanda, y un chico de Dinamarca que se llama Rasmus Jørgensen, que compite en Freestyle y es muy groso. Gente con la que tuve la suerte de compartir, que son de los mejores del mundo y te inspiran.
-Muchas experiencias. Lo que empezó un verano se transformó en un estilo de vida…
-Para mí fue un viaje de ida. Dejé la facultad, no me gustaba nada esa vida de viajar en tren a Capital… Y me dediqué de lleno a esto. Mi meta era tener un título universitario para ganar lo suficiente para poder irme de vacaciones a esquiar en otros lugares. Pero yo ya estaba haciendo lo que realmente quería hacer: viajar y esquiar. Lo hacía todo el año y encima ganaba plata. Así que seguí y seguí… conocí un montón de lugares que no hubiera conocido probablemente. Ya hace muchos años que me dedico a esto y no me arrepiento.

En Cardrona, Nueva Zelanda
FOTOS: Siamac Saadat / Tamara Susa – BeTheXperience.com / Alexander Clive Evans / Diego de DMC Portillo – Rodrigo Eriza