El COVID-19 provocó la interrupción del tenis durante gran parte del año. Las medidas de los principales campeonatos, qué piensan los jugadores y el efecto en la economía
El 16 de marzo el mundo del tenis se detuvo. Y es que, en líneas generales, el mundo se detuvo. La expansión de la pandemia del COVID-19 forzó a suspender todo tipo de eventos y reuniones sociales. Los rankings quedaron congelados y tanto la ATP como la WTA anunciaron que la actividad no se reanudará antes del 31 de julio. Pero las fechas se fueron estirando tal como la cuarentena porque nadie sabe cuándo volverá a ser seguro volver a la normalidad, ni cómo será la nueva normalidad. El virus golpeó muy fuertemente a Europa y los Estados Unidos, donde se disputan la mayoría de los torneos de ambos circuitos. Y mientras algunos de los países más castigados ya comienzan su desescalada, otras zonas del mundo recién están llegando a sus picos. Si bien se barajan una variedad de alternativas, para un deporte tan globalizado y que depende de los viajes, el panorama todavía es inquietante.
Los calendarios desde mediados de marzo hasta julio muestran al menos 30 torneos suspendidos. Hasta los Juegos Olímpicos de Tokio, programados del 25 de julio al 2 de agosto, fueron pasados para 2021. Lo mismo pasó con la Copa Davis y la Fed Cup. Y hubo un campeonato que decidió directamente cancelar, y fue nada menos que Wimbledon, el torneo de tenis más importante del mundo. El 1° de abril anunció en su sitio oficial que la edición 134° se disputará del 28 de junio al 11 de julio de 2021. Hasta hoy, Wimbledon solo había sido cancelado durante la Primera Guerra Mundial, entre 1915 y 1918, y durante la Segunda, entre 1940 y 1945. De hecho, en 1940, mientras el club funcionaba como un refugio civil, de bomberos y ambulancias, fue víctima de un ataque aéreo con cinco bombas lanzadas por las fuerzas nazis. La posibilidad de una reprogramación en otro momento del año fue descartada por jugarse sobre césped. Según los expertos, esta es una superficie delicada y hay riesgo de que pudiera estar demasiado húmeda. Previsores, a diferencia de los restantes Grand Slams, sus organizadores fueron los únicos que tenían contratado un seguro contra pandemias. Gracias a eso, el impacto financiero por faltar este año -calculado en 40 millones de libras esterlinas, aproximadamente – será menor y ya ofrecieron devolver el dinero de las entradas a los fanáticos así como reubicarlos en la próxima edición.
La reacción de los organizadores de Roland Garros fue muy distinta. En marzo los franceses decidieron, de forma unilateral y sin consultarlo, mover la fecha original de la competencia -del 24 de mayo al 7 de junio- al otoño del hemisferio norte, del 20 de septiembre al 4 de octubre.
El US Open se mantiene en las fechas previstas, del 31 de agosto al 13 de septiembre, en la sede de Flushing Meadows. En estos meses, que Nueva York es azotada de forma masiva por el COVID-19, 12 canchas cubiertas del Billie Jean King National Tennis Center funcionan como espacio hospitalario para aliviar el peso de los hospitales locales. No solo se instalaron allí cientos de camas para los infectados sino también mesas para la preparación de alimentos. También se confirmó que el torneo The Western & Southern Open se jugará en la ciudad de Nueva York.
Mientras algunos estiman que la pandemia podría ser un mal recuerdo del 2020, otros temen que su alcance se extienda y lleve más tiempo superarla. Los organizadores del Australian Open, el primer Grand Slam de 2021 en Melbourne, no lo dan por sentado aun. Con fechas entre el 18 y el 31 de enero, si la situación no mejorara contemplan desde la cancelación hasta la limitación a espectadores exclusivamente australianos, con una estricta cuarentena para los tenistas que lleguen desde el exterior.
¿Qué opinan los jugadores?
Rafael Nadal es uno de los tenistas que no apostaba por que se retome la actividad este año: “Yo firmo estar listos para 2021. Ojalá. Me preocupa más el Open de Australia que lo que ocurra a finales de este año. El 2020 lo veo prácticamente perdido. Tengo la esperanza de poder empezar el próximo año”, pronosticó.

Por su parte, Roger Federer contó en las redes sociales que era importante para él tomarse un buen descanso y estar con su familia. Acerca de la posibilidad de jugar sin público, no se mostró muy predispuesto: “No puedo imaginarme competir en un estadio vacío y espero que no suceda nunca. Aunque cuando entrenemos no haya gente, competir es muy diferente. Está claro que la posibilidad es factible pero creo que podríamos esperar el momento apropiado para regresar en las mejores condiciones, con al menos un tercio del estadio lleno. Sería muy difícil para mí disputar grandes torneos a puertas cerradas”.

Entre las mujeres, Serena Williams dijo en su cuenta de Instagram que ve este descanso como un mal necesario: “Ahora me siento mejor que nunca, más relajada, más en forma. Puedo salir a jugar al tenis de verdad. Estoy verdaderamente ansiosa por volver a las canchas”. Y es que, tras su ausencia en el circuito por maternidad, Serena viene acumulando ganas de hacer su regreso triunfal.

Garbiñe Muguruza, campeona de Roland Garros (2016) y Wimbledon (2017) parece no encontrarle sentido a una vida sin tenis y puso de manifiesto sus reflexiones en la revista Vogue. “Cuando llegué a mi casa confundida y sin ningún plan pensé: Y ahora, ¿qué? ¿No se han preguntado nunca: y ahora qué hago yo para entretenerme? Mi vida, en la que estoy acostumbrada a un ritmo frenético de viajes, presión y esfuerzo físico, se ha visto detenida de un día para otro. No estaba preparada, sobre todo para el gran vacío que he sentido al no poder hacer lo que mejor sé: jugar al tenis. Y, en especial, no estaba preparada para no poder rellenar ese tiempo con nada que se le compare. Desde los tres años he vivido con la raqueta en mano por y para un único objetivo. Cuando todo eso desaparece por fuerza mayor, la vida te da un codazo y te dice: Eh, hay muchas más cosas que el tenis, quizás sea un buen momento para que te prepares para cuando ese día llegue. Para cuando tengas que colgar la raqueta”.

Uno de los más polémicos fue Novak Djokovic, quien primero hizo una declaración en su Facebook Live que causó controversias: “Personalmente, me opongo a la vacunación y no quisiera ser obligado a darme una vacuna para poder viajar“. Y luego, con intención de ayudar a su país, llevó a cabo el escandaloso Adria Tour, en el que no se tomaron las medidas sanitarias de prevención y tuvo como resultado varios contagios del virus, entre ellos, el suyo, el de su esposa y el de su entrenador.
Andy Murray participó, días atrás, en un torneo-exhibición organizado por su hermano Jamie, llamado Battle of the Brits. El escocés es uno de los principales impulsores de la solidaridad entre colegas. Propuso la idea de reducir los premios de los torneos más grandes para poder ayudar económicamente a los más chicos y a los tenistas que menos ganan, que están siendo afectados por la inactividad en la pandemia.
Nuevamente, la polémica. Algunos, como Dominic Thiem, se oponen a donarle su dinero a los de ranking inferior. El austríaco, hoy número 3 del mundo, dijo que no veía por qué hacerlo ya que muchos no eran profesionales en su actitud y no lo merecían. Que él quiere elegir a quién ayudar y no que lo obliguen. Que sus padres tuvieron que hacer sacrificios y que a él nadie le regaló nada.
Si no hay nuevos cambios de rumbo, en agosto se retomaría tanto el circuito ATP como el WTA. Aunque el ensayo de Djokovic tuvo resultados muy desalentadores, y muchos profesionales residen en países donde el pico de contagios recién está llegando. Hay que recordar que el tenis es un deporte globalizado, que implica el desplazamiento de jugadores por el mundo. Hoy por hoy, varias aerolíneas no están operando y las fronteras de muchos países permanecen cerradas.
¿Es una solución válida jugar un campeonato sin público? ¿Es eso mejor que nada o, si no es como debiera ser, mejor que no se haga? La palabra incertidumbre es la única respuesta a todas las preguntas, por el momento.
Texto publicado en la revista Tenis Mundial #73.
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Fotos: Getty Images